Uno de los más prolíficos y notables es Yulier Rodríguez, quien firma su obra Yulier P. Sus piezas presentan criaturas parecidas a alienígenas con cabezas bulbosas, a veces más de una, y ojos grandes y escrutadores. Rodríguez dijo que son similares a las almas o fábulas. Ellos sufren. Se preguntan Podrían estar en el dolor o en un momento de contemplación. Aunque rara vez son felices.
Miran fuera de su otro mundo a La Habana, pero rara vez parecen verlo, sino que se encuentran atrapados en una melancolía interna..
Rodríguez comenzó a adornar las calles de La Habana hace unos tres años. Él había estado creando arte en el estudio, buscando una manera de expresar sus propias experiencias, cuando comenzó a hacer estas formas expresionistas. Había conocido a otro artista que estaba trabajando en la calle, y comenzó a experimentar.
Ha hablado del "miedo escénico" que encontró en sus primeros trabajos públicos, pero ahora, unos años más tarde, su arte está oculto en toda la ciudad, tanto en los barrios más ricos como en algunos de los más pobres..
Para sus piezas, Rodríguez elige edificios y muros que se han deteriorado: su intención es agregar color y cualidades estéticas a la ciudad mientras se desmorona. También busca lugares que sean lo más visibles posible, en parte para promover la idea del arte callejero en Cuba..
Las piezas no comienzan con el lugar, sino con una idea.: "Mis ideas o escenas ya están dibujadas o preconcebidas en bocetos", dice. Cuando encuentra un muro con las características adecuadas, puede "adaptar la idea a la estética arquitectónica del espacio", dice, poniendo en diálogo la personalidad del muro destruido y el diseño de la pieza..
De vez en cuando, el trabajo de Rodríguez está pintado, a veces por autoridades públicas, a veces por personas bien intencionadas y por detractores religiosos que ven a sus figuras como diabólicas. Pero pasa un poco de tiempo en La Habana y podrás encontrarlos..
El arte de Rodríguez no es lo suficientemente político como para que le pidan que se detenga (aunque ocasionalmente la policía viene a ver qué está haciendo), pero lo que está haciendo es lo suficientemente nuevo en Cuba que, como cualquier actividad que no está oficialmente sancionada por El gobierno, mirado con sospecha..
Rodríguez comparte un estudio en el Prado, un importante bulevar que conecta la Habana Vieja y Central, donde también trabaja con otros artistas autodidactas para llevar el arte a la comunidad. En estos días, él ve poca diferencia entre el trabajo que hace en el estudio y en la calle. "Creo que mi trabajo tiene la misma intención", dice, sin importar el lugar. Sin embargo, la interpretación de un espectador puede variar, dependiendo del lugar donde se encuentren con su trabajo. De cualquier manera, la intención es la misma: provocar una conversación..
Mariana Zapata contribuyó reportando este artículo..